martes, 7 de noviembre de 2017

¿Le habría gustado?

Mis pies están fríos, quiero escribir, tengo el sentimiento de lo que pienso, como siempre, no logro ordenarlo.
Me pregunto si algún día la melancolía se irá, pero el diagnóstico es orgánico, así que ya sé que la respuesta es no, y aún cuando se vaya sé que en algún momento volverá, y tendré ganas de hundirme en las sábanas como ahora esperando que mis pies se calienten entre sí.
Espero que mi abuelo venga esta noche a mis sueños, me deje tocarlo con un abrazo y me regale una canción, que me diga que mira desde donde esté, que me diga que me ama tanto como me lo mostró cuando niña, que algún día me recibirá con un rehilete y su mano para caminar.
¿Qué me diría?, ¿qué pensaría al verme justo ahora? Me gusta pensar que tiene algo entre sus manos que guarda todos los logros que ya tengo pero no veo, y que le llena mirarme como un padre mira con orgullo a su pequeña mientras crece, pero he cometido tantos errores y realizado tantas cosas innombrables que no sé si en algún punto de estos años su mirada haya desviado para no mirarme más.
Cuando pienso en un papá... viene a mi mente la imagen de mi abuelo, a pesar de que ya no la recuerdo precisamente, pienso en él y en esa sensación que pocas veces se ha repetido de sentirme tan amada que el corazón podría explotar con otro corazón por dentro, lleno de sangre sana, de amor y ternura, de caricias puras.
Imagino que de continuar en este mundo mi abuelo, habría amenazado de muerte a mi primer novio o limpiado mis lágrimas ante el corazón roto... no puedo saberlo, se murió hace 21 años y yo continúo llorándole de vez en cuando, porque simboliza ahora el amor de padre que imagino tal vez pude recibir sin ausencias. Pero dejó abandonada a una niña de 9 años que no entendía que las canciones terminarían para no volver.
La niña creció con su ombligo en el centro de su cuerpo, y ha pasado años buscando dónde conectar su cordón, como si fuera un enchufe buscando energía para producir su propia música, pero los ombligos no producen música, y la naturaleza de los cordones es la descomposición tras caerse de su cicatriz durante los primeros 7 días de vida.
He aprendido a pedir ayuda, aunque cada vez odio más ir a terapia porque me brinda mayor conocimiento y eso provoca que mi autocrítica e introspectiva aumenten enredándome en pensar sin dejarme hacer.
¿Le habría gustado ver en lo que su nieta se ha convertido Don Leonardo?

viernes, 27 de octubre de 2017

Yo era una persona sonriente, bromista, feliz (claro, exceptuando mis cuadritos depresivos que se solucionan con chochos porque esta situación es orgánica gente mía), guapa, inteligente e incluso creativa. La medicina me mató, he vivido dos años que no debí; el primero se llevó algo, me rompió un no sé qué, y el segundo simplemente está pasando como tiempo muerto que al menos me permite llorarme.
Es tal el disgusto de hacer lo que hago que mi cuerpo se enferma con todo, alergias, garganta, piel, articulaciones, mente. Me he cansado de ser tan frágil, me siento como loca hipocondriaca cuando sé que las cosas son reales pero no estarían sucediendo si mi cuerpo no reflejara la situación que vivo, o si ésta fuese la adecuada.
Tengo 28 años, dejaré de ser médico, he iniciado de nuevo los idiomas, los dibujos, planeo aprender música, y hoy oficialmente reinicio la temporada de escribir.

domingo, 5 de abril de 2015

Ojos

Te he querido entero, en serio, y extraño tus ojos con esa mirada que dispara amor como si fuese láser para quemar el frío que tenía por dentro.
Extraño tus manos morenitas y torcidas, incluso cuando raspaban con los deditos resecos de tanto lavar, extraño también tocar tu cara mientras cierras los ojos o simplemente me miras, pero extraño más ser succionada por tu bocota en la mía, y tu piel lisa pidiendo a gritos un baño nocturno que yo nunca quiero que obtenga.
Lamento una vez más alejar a lo mejor que he tenido en mi vida, sé que seguirá ocurriendo, lo hago hasta cuando logro amarme a mi misma, me alejo y vuelve alguien diferente con tintes de mujer feliz o de suicida.
Disculpen el incesante llanto de los últimos días, es que si no tengo lo que quiero me siento sola y triste, y si lo tengo, estoy segura de que lo voy a perder.
Agradezco la inspiración, tal vez esta mente rota y ansiosa vuelva a escribir tan fluidamente como antes, aunque hubiese querido que la maldita se acercara hace un año para bien y sin miedos.
Espero pronto mi cielo tener la fuerza y tu aprobación para aparecer en la entrada de tu puerta con mi mochila, y nuestros ojos se quemen, y nuestros brazos se abracen, y nuestras mentes se amen. Espero pronto mi cielo, saber qué hacer y hacerlo sin que la transfusión que hicimos entre miedo y afecto en la que yo no me quedé con el miedo de amar nos permita superar todo lo que fuimos con versiones mejoradas de lo que somos. Y espero pronto también, dejar de sentirme responsable de todo, porque no lo soy.

lunes, 8 de agosto de 2011

A un posible efímero


Y de nuevo... enseñar a besar, o dejar que me sorprendas y me enseñes tu modo, que me cuentes que también has estado enamorado, o advertirte que no lo hagas conmigo; mostrarte el camino de mi extraña rebeldía, o que me lleves al extremo de la tuya; que me vuelvas loca entre tus brazos, o me muestres su inocencia...
Nada me importa, quiero dejarte ver mi ternura, pero que conozcas que en mí existe la fortaleza y me ayudes a controlar lo rudo de mis palabras, quiero no soportar, sino respetar todo lo que hagas, a sabiendas de que voy a esperar lo mismo de tu parte, que me gustan los cuidados, más no la sobreprotección porque esa, lejos de hacerme sentir cuidada y querida, me hace creer que me encierras y no me dejas crecer por mí misma, quiero ser yo y que me quieras por eso, y quiero que seas tú para quererte con todo y tus defectos, quiero no que nos juzguemos, mas quiero sí que nos ayudemos a crecer. Ahora ven, antes de empezar vamos a conocernos, y no me muestres sólo lo mejor, déjame verte real para que hoy me encariñe con tu franqueza, y para saber desde ahora por qué nos vamos a separar...

martes, 14 de junio de 2011

Cuando huye la inspiración

Se me ocurren cosas y corro por papel y pluma, pero justo antes de escribir la primera letra se me olvida la ocurrencia y me vuelvo a dormir.

viernes, 30 de julio de 2010

Yo he besado a un cadáver

 La sentí fría, muerta. No era ella, tan sólo su cuerpo.
Dudo olvidar aquel aroma a fruta descompuesta que emanaba de su piel semanas antes de fallecer. Quizá olvide su voz, su cara, sus palabras y sus ojos, pero jamás ese olor que penetró en mi nariz con más fuerza que el formol.

La recuerdo hiperactiva, haciendo mil cosas aún sin vista, con las manos temblorosas y el dolor al caminar. Tenía miedo de sentirse inútil. No importó que hiciera salsa verde con limones en lugar de tomates, ni que tomara la cuchara del agua para hacer guisados, ella debía seguir actuando.

Ahora tengo miedo por mi madre, mi Ishita hormiga que hace mil cosas en el día.

Le temo a tus años
a tus gritos, a tus llantos.
Tengo miedo de que se acabe tu vista,
de que tu voz envejezca
y tu cabello encanezca.

No quiero ver cuando dejes de bailar,
o que a tus nietos no puedas cargar.

¿Me dejarás cuidarte?
quiero atar tus zapatos,
abotonarte la ropa,
acomodarte los cuellos,
sobar tu espalda...
besar tu cara.
Quiero hablar contigo sobre esas locuras e ideas liberales que no nos atrevemos a volver realidad.
Quiero que la edad no te caiga encima antes de poder llevarte por el mundo de mi mano.
Quiero mami que te quedes conmigo, que nunca me dejes, que leas lo que escribo.
Pero aún no te canses, camina conmigo

domingo, 2 de mayo de 2010

Incompleto a Teresita.

Espero me hayas escuchado cuando antes de salir dije "Te amo", espero mis caricias, besos y sonrisas no fuesen insuficientes mientras pude darlas, espero estés tranquila y contenta cuidando al fin a tus hijos perdidos.
Gracias por querernos, cuidarnos y besarnos, gracias por las tortillas de nata, los dulces y la calma, gracias por trenzar mi cabello y jugar conmigo antes de dormir abrazadas, por dejarme hablarte con toda la liberación sin asustarte ante mis palabras. Gracias por mostrarme el deseo de conocer a los hijos que ya no verás, por compartir tus secretos y la historia de tu vida, gracias por las joyas, tu recuerdo y los aromas.
Ahora que te has ido Teresita, no me dejas un vacío, al contrario, supiste llenar mi corazón con todo tu amor de madre, abuela y amiga.
Me es inevitable ver tu cuerpo y creer que aún respiras, que mueves tu boca como cuando terminas la comida, o que levantas el ceño como queriendo abrir los ojos. Pero es sólo eso, tu cuerpo, el cuerpo al que por más que cuide y contemple no vas a regresar, el cuerpo cuyas manos nos ayudaron a dar nuestros primeros pasos, cuyos labios cantaron "te quiero", y en cuyo pecho me hundí en tantas lágrimas y berrinches infantiles.
No creas abuelita que me quedo triste o deprimida, no pienses que te lloro por desear que regreses. Lloro porque te extraño, porque aunque sé que ya no sufres voy a extrañar tu presencia, tus noticias y tu preciosa existencia.

Te amo

miércoles, 28 de abril de 2010

No estoy, no te preocupes.

Lamento no llamar, no escribir, no explicar.  Lamento haber desaparecido así, huyendo cual ladrón y hundiéndome como topo. Pero… no quería perder tu mirada. Tus ojos parecían encontrar algo grande y fuerte en mí, sentí que debía cuidarte y hacerte creer por siempre que la de la madurez aquí era yo.

Ya te conté la verdad, ya te dije lo que pasa, te expliqué qué me controla. Me costó mucho trabajo ¿sabes?, no me gusta ser la víctima, no me gustan las miradas compadecidas ni de excesiva comprensión. Me gusta ser quien conociste, la persona que a veces soy: la que puede fingir que nada le asusta, la que nunca llora, la que aparenta ser de piedra, la que controla sus emociones, la que encuentra todas las respuestas, la que tiene todo en orden, la que estudia mucho, quien te pone atención, la que se sienta junto a ti en cada salón.

Sé que me quieres, que te hago falta, y que sólo yo soporto a la pequeña. Pero debes perdonarme, a veces me asfixio, no entiendo, no siento, entonces me aislo pues no quiero que descubras o preguntes qué piensa mi mente ida, o dónde está mi mirada perdida porque no querré contestar, no sabré más las respuestas ni podré escucharte hablar.

Ya pasará, te lo prometo.

Te quiero, te quiero mucho.

jueves, 8 de abril de 2010

sólo por escribir algo

Yo no sé si he estado enamorada. Según una psicóloga no se puede sentir amor por una pareja sino hasta después de los 21 años, pero según los poetas, el amor no tiene edad.Y honestamente me gusta más escuchar poemas que argumentos "científicos" que tratan de buscarle explicación a algo que simplemente no la tiene. Sí, ya sé, me caracterizo por dar ese tipo de explicaciones, pero quizá es porque evado lo que siento tratando de racionalizarlo demasiado, y ocultándolo con un lenguaje frío e insensible que a veces os hiere o hace pensar que nada me importa y nada me duele.

La mayoría de las veces, escribo no por necesidad de ser analizada y se me diga lo que opinan de mí, no me importa más percepción sobre mi persona que la mía, es más como por creer que alguien leerá las cosas y se identificará con ellas o comprenderá el real sentido de lo que quiero decir. Pero supongo que las letras son como pinturas, cada espectador le encuentra el sentido que quiere y logra externar sus propias proyecciones, pero no siempre las que el autor intenta expresar.

En algunas ocasiones escribí cuentos, me inventé personalidades, novios, amigos y familia, redacté historias y todos esos divagues y delirios que ya saben que he escrito (aunque no todos publicados) en busca de aparentar ser algo que no soy, como... quizá atrevida de más, segura de mí, aventada, mil amores, sana, calmada, ñoña, estudiosa y cursi o fría según la situación.

Sigo teniendo el mismo sueño que comenzó hace 5 años, sigo buscando lo que perdí. A veces sé qué es, otras lo olvido y nada entiendo, se pierde la razón entre recuerdos raros y uñas mordidas. 

Me duele saber que la mitad de mi vida ha sido trasgiversada por mi memoria, y que ésta me inventa futuros que no llegan y lastiman por su ausencia, por darme cuenta de que no he sabido dirigir mi vida hacia el futuro que planteo en la imaginación, por tenerlo todo y a la vez nada, pues de nada sirve que te llenen la cartera cuando tienes vacío el corazón.

...

sábado, 3 de abril de 2010

Ella en mis brazos, yo en los tuyos.

Soñamos con ustedes, nos hacen falta. Ella dice haber soñado que él le tomaba la mano y le brindaba compañía. Yo sólo soñé que llamabas a casa para saber cómo estábamos. Te extraño.

No tienes idea de la falta que me has hecho. No tienes idea de lo que daría por un abrazo, un "todo va a estar bien" y un beso en la frente.
Hay tantas alegrías que me habría gustado compartir contigo, como el nacimiento de Carlitos, la llegada de Ian, mi mudanza a Cuerna, el auto, los viajes, los buenos libros, que ya me llevo bien con mamá, el cine, las comidas, mi dejar de hacer berrinches, lo tolerante que me he vuelto, que ya no soy mandona (aunque creo que eso te gustaba), etc. Y las veces que me hizo falta hundir en tu pecho mi cara llena de lágrimas: la partida de mi hermana, el desorden alimenticio, la soledad, los abandonos de mi padre, el miedo de andar sola por las noches, las rupturas del corazón que aparento no tener, los secretos que a nadie puedo contar, los fines de semana sin qué hacer, y ahora... mi Teresita en el hospital. Pensar en la enorme posibilidad que existe de perderla en un tiempo no muy lejano me hace sentir algo vacía, y abrazo a mi mamá, a mi hermano y a mis tías, pero no nos consolamos, todos estamos igual de tristes, todos estamos perdidos y pendientes sólo a lo que ella pueda desear para hacerla sentir un poco mejor. Robarle sonrisas e historias alegres y darle un poco de comodidad a su cadera rota es lo único que nos hace sentir que hacemos algo por ella. Nos duele que le duelan sus piernas, que quiera quitarse el suero, la sonda y las vendas, y que quiera levantarse sin poder hacerlo. Nos duele que le duela y no poder quitar el dolor. Nos duele no poder consentirla como ella lo hacía con nosotros. Nos queda llenarla de besos, darle sus alimentos, acariciar su entumido cuerpo, decirle que la amamos y hacernos fuertes frente a ella aunque al salir del hospital el llanto quiebre nuestro cuerpo.

Yo no quiero que regreses, no pido volver a lo que fuimos, no quiero manchar tu felicidad, sólo quiero que me abraces, y en tus brazos me dejes llorar, pues no ha habido más cuerpo que me de seguridad.